Libros y libros, apuntes, fotocopias, el altillo, café, noches en vela, transpiración, partida, espera, suena mi nombre, transpiración, taquicardia, stress, mirada solemne de un profesor, palabras memorizadas, enunciados indecisos, final del final, aprobado, alegría, festejo, debilidad muscular, paja mental.
El período de tiempo entre el último examen final y el comienzo del nuevo ciclo lectivo se extiende en la mente de los alumnos como chicle pegote, uniforme, monocromático y sin sabor. Es un estado psíquico poco estudiado que se conoce vulgarmente como “paja mental” –etimológicamente encontramos los remanentes del término en ‘pajus’ del latín por planta holgazana y perezosa y ‘mental’ del griego Μεήυαζ que significa ‘cacahuate vacío del Mar Carpio’-.
Y es cuando el estudiante típico profesa el verano (situándos claro en las regiones pauperidianas del hemisferio sur) que el susodicho estado mental encuentra alojo, promoviéndose una suerte de espíritu vacacional playero que afecta la memoria largamente entrenada durante el año, haciendo olvidar todo contenido estudiado “de memoria” (sí: las profesoras de la secundaria tenían razón).
Si tomamos la metáfora del cerebro como una dentadura postiza, ubicaríamos el período de actividad intensiva como el momento de uso de la misma para la alimentación, de hueso fuerte y crujiente, mientras que el período de paja mental sería cuando la dentadura se sumerge en ácido muriátrico y pierde su rigidez total para desintegrarse en hilos de plastaforma viscosa.
¿Pero cuál es el fondo de la cuestión que nos acongoja tanto?
La paja mental, para muchos de nuestros queridos alumnos de la facultad, no es meramente un estado ocioso del intelecto; es un estilo de vida como tal. Todo empieza en una soleada tarde de verano, al despabilarse a las 2:27, con una resaca monumental que se viene desenvolviendo como una formación neoplásica alrededor de un corrugado núcleo de materia gris. Continúa con un nutritivo desayuno-almuerzo de pizza fría y cerveza tibia de la semana anterior, que culmina, como no podría ser de otra manera, en un reconfortante coma en technicolor frente al vigilante ojo de la te-ve. Aproximadamente cuando el reloj pareciera marcar las 8:75 PM, nuestro joven bulto de entrañas recibe un telefonazo de algún rincón del universo; es la llamada del Otro, mejor conocido como Juan Pablo, que lo convoca a una salida, como lo ha venido haciendo desde el inicio de los tiempos… Así entonces, los efectos de la paja mental son indisociables del estilo de vida nocturno: Paja Mental = PM.
Nietzsche dijo al respecto: "Creiamos que en el acto de voluntad nosotros mismos eramos causas; opinabamos que al menos aqui soprendiamos en el acto a la causalidad. Pero en el ambito de la paja mental el susodicho cae en nebulosas de ambiguedad instintiva. [...] La "razon" en la paja mental: Oh, que vieja hembra enganiadora! Temo que no vamos a desembarazarnos de la paja mental hasta que no acorten las vacaciones o habiliten colonias de verano para jovenes estudiantes".
5 comentarios:
jajajaj tal cual, buenisima la revista che
Me rei de janeiro con Uds...los linkee en Malambo!
Saludos.
DHA! Gracias por las carcajas!
Muy guenos sus foros también
merece un link por supuesto
ya me pongo a eso
saludos desde Viena!
JAVIENA
yum oneub le golb...em atnacne...ozarba latenarf ed nu xe etnaidutse ed aigolocisp!!
!etnauga sov xilupop¡ !sodulas la atsidoirep y xe oreñapmoc¡
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