martes, 21 de abril de 2009

COMO GANARSE UN CHONGO Y ADMINISTRAR NUESTRAS INVERSIONES LIBIDINALES

Por Conchita Cardeñoso
La psicología puede ser usada para muchas cosas, ¿quién dice que solo estudiamos la maquinaria deseante para curar a pacientes (e impacientes) de sus patologías? ¿y qué pasa con la psicología en la vida cotidiana? ¿qué pasa con la necesidad de ganarse un chongo? ¿acaso usaremos nuestros poderes psicológicos para tal fin? Siga leyendo señora y se enterará de mucho, mucho más…

Entendamos un poco más de la psicología del chongo: Dentro del coco, recorren su cerebro incesantes mociones libidinales (o llamadas coloquialmente “calenturas”) que pujan por salir hacia distintos fines. Como bien explica las ciencias naturales, las corrientes de aire caliente tienden a elevarse por sobre las frías. De igual manera, podemos decir que las calenturas de mayor temperatura, se montan y se empinan sobre las más frías. Ésta movilización de las interioridades libidinosas se expresa de las formas más originales. Puede ser de modo barrial (a saber, estar al pedo en el barrio con amigos tomando cerveza), chamullar, laburar… y por supuesto, garchar. Vamos a focalizarnos en la última, que constituirá nuestro objeto de indagación.

Para esto vamos a valernos de una analogía. Imaginemos el cerebro de un hombre como una cuenta de banco. Como mujeres, Tarjeta de crédito en mano, en sus marcas, listas… ¡YA!

Consideremos al hombre, cualquier hombre heterosexual, como una cuenta corriente de banco, libidinalmente hablando. Por el hombre transita un flujo de valor, viscoso y espeso, que se adhiere a todo objeto de su deseo.

Una paja artesanal, o un chupete de falo, por ejemplo, bien podrían valer como un depósito bancario. Entonces, ¡Ya tenemos un ahorro en nuestro banco! Tenemos por lo menos una seguridad: algo tenemos. El hombre continuará acudiendo, regresando a nosotras, aún a gatas o arrastrándose por el suelo, si fuera necesario. El hombre quiere algo… algo más. Nuestro hombre quiere tomarnos, darnos vuelta y depositar sus bienes en nuestros fondos. Lo tenemos donde queremos.

Pero no se engañen, que la economía es cíclica. Un subibaja es el amor, y así como alguna vez, nuestro culo duro y redondeado nos proveyó un sustento, la fuerza de la gravedad puede así, en un ¡tris!, desbaratar todo lo embolsado. Si la crisis pudo enseñar algo a la psicología del chongo, es que en los mercados del amor, una nunca está del todo asegurada, el que hoy es nuestro chongo “por siempre” mañana podrá ser el de la vecina o el de la hija de puta de nuestra compañera de la facu.

A ver a ver, repasemos los tips: un depósito los deja regalados; ahora una extracción… (llámese metida de cuernos descubierta, mal trato constante, dolores de cabeza, esta noche tengo sueño, llamar con seudónimos diminutivos a su miembro, etc). Una extracción hace peligrar nuestra cuenta. Demasiados números rojos nos pueden dejar sin satisfacciones… Entonces, consejito chicas: promediar nuestro balance fiscal. Esto es, por cada mala, una buena. Si me descubrió con otro, le dejo que me haga el ****; etc.

Pequeña advertencita: Si alguna vez su chongo las deja, quiebra su empresa, el chanta te estafa y sube la taza, se funde tu banco y no tienen un mango. ¡Fuerza chicas! a todas les pasa. A empezar de nuevo, monedita por monedita se buscan otro depósito que de a poquito y piquito se lleva adelante una empresa.
Y ahora sí, ¡a ganar chicas!

jueves, 9 de abril de 2009

Ciencia y psicoanálisis: se confirmó que existe el Edipo Celular

Recientes descubrimientos del Instituto para la Investigación Psicoanalítica del Universo han finalmente confirmado una hipótesis largamente conjeturada por científicos y profesionales de la salud mental: las células del cuerpo se reproducen solamente cuando finaliza una etapa cercana a la gametogénesis, que consiste en que la flamante célula se separe de su célula madre asociada. Este proceso, conocido como “Micro-Edipo” o “Edipo Celular”, es un nuevo paso en la integración de dos disciplinas encontradas –el psicoanálisis y las ciencias duras- en tanto se comprueba que los fenómenos psíquicos poseen una contrapartida a nivel físico. Existe ya, de hecho, un caso de seguimiento: “El hombre de los glóbulos”, cuya presentación se hará pronto en la renombrada revista Nature.

El caso:

Marcel X, llegó a terapia derivado por interconsulta. Sufría de una anemia inexplicable, que los doctos médicos cabeza-dura, al encontrarse faltos de pruebas empíricas, terminaron adjudicando a un mero síndrome psicosomático. 
En concreto, el paciente presentaba un bajo nivel de eritrocitos en sangre; una insuficiencia de glóbulos rojos que no podía ser imputada a ninguna causa conocida por la ciencia médica. 
La anemia en cuestión, le ocasionaban a Marcel X un cansancio y debilidad constantes, que se revelaba más notoriamente en una impotencia sexual irrevocable y algún que otro desmayo epiléptico hemorrágico. Cabe resaltar que el padecimiento se presentó por primera vez, apenas unos meses después de haber contraído matrimonio con la mujer que el paciente no dudó en llamar: “La mujer de mis sueños” e incluso “Mi mami linda”. Evidentemente se trataba de un clásico caso de cirrosis parental incestuosa.
El proceso de cura se dio, como en la mayoría de los casos, de a poco. Gradualmente se fue abriendo capa y capa de piel y llegando a niveles ínfimos, donde la palabra atravesada en el cuerpo se podía ver claramente en el microscopio.
Durante varios meses prosiguieron las sesiones y fueron surgiendo nuevos síntomas a medida que el paciente ahondaba en su estructura inconsciente celular.

Un día Marcel X llegó a la terapia con un bajo nivel de azúcar en sangre y el rutinario examen anoral mostró elevadas temperaturas gargantorectales que pudieron indicar, se arriesgó, un clásico cuadro de Ébola del Mediterráneo. Esta magnífica enfermedad epidémica y sumamente contagiosa no se había antes presentado como resistencia transferencial a la cura, por lo que se dedujo que era una sesión a aprovechar.
Luego de numerosas asociaciones, algunos lapsus hemorroidales y una que otra intervención con el bisturí directo al inconsciente celular, se pudo llegar a ahondar en el factor esencial desencadenante del cuadro: El Edipo Celular. Es así que, aplicando la clásica teoría Freudiana en conjunto con herramientas de quirófano, se pudo sacar a la luz el causante patógeno para hacerlo inerte. Y a pesar de que quedó un tanto ensangrentado el consultorio, en las siguientes sesiones al paciente se le pudo reinstalar casi el 75% de su masa encefálica y su potencia sexual volvió a su medida normal (con una media de 2 minutos por coito).
Actualmente vive felizmente en una silla de ruedas sin capacidad sensorio-motriz y con una alta estima de sí mismo.