Da gracia escuchar sus típicas frases "¡Pues al cabo que ni quería!...", "¡Bueno pero no se enoje!...", para entender que bajo esta icónica figura de la infancia se encuentra no menos que un sujeto de deseo inconsciente.
Existe en la frase "Fue sin querer queriendo" una revelación de un saber no sabido. Tal vez una difusa alusión a los deseos incestuosos de la fase edípica del Chavo. “Yo no he querido acostarme con mi madre, ¡más he ahí que el deseo tiene su propio curso!”. Parece ser bastante claro… Es un enunciado dirigido al padre, a aquél mítico padre ausente del Chavo: el padre de la castración. El Chavo, al ser un “niño de la calle”, no ha sido introducido al orden social; la serie de las generaciones no opera en él. El destinatario de su frase es seguramente el padre potente, aquél que pudiera poner en regla su propio mundo simbólico. ¿Acaso fumará paco el Chavo? ¡No! Ya lo vamos inteligiendo: el nombre del padre no opera en el psiquismo del Chavo ¡y es que éste vive en un barril!, en su propio mundo fantaseado, bajo su propia ordenación simbólica!…Empezamos a pensar en una psicosis…
Pero aún hay más. Si pensáramos por un instante en el sobrenombre del Chavo, podríamos visualizar un poco mejor, precisamente de qué estamos hablando. “El Chavo del Ocho” representa algo más que un número, imagino que ya lo estarán viendo, un “8” es después de todo, también un nudo. Dos aros entrelazados, que no completan la tríada borromea. ¿Qué podría estar faltando a ésta estructura psíquica? ¡Pero claro! Lo simbólico se ha soltado… Es por eso que afirmamos que el Chavo tiene una psicosis desencadenada… Por cierto que presenta más de un síntoma:
El Chavo suele quedarse paralizado, muestra síntomas de abulia.
Emplea todo tipo de neologismos, significantes desencadenados ¿"eso eso eso"?
Tiene delirios y alucinaciones visuales y son más que evidentes las perturbaciones de la voluntad.
No vamos a asignar al pobre Chavo la etiqueta del problemático de la vecindad. Y es que así como el Chavo tiene sus problemas, Doña Florinda es maníaco-depresiva, la Chilindrina es la histérica par excellence y Don Ramón no deja de hacer pasajes al acto. ¿Y no es también el profesor Jirafales un exponente de la letra de goce: ta ta ta ta ta…? ¿Tendremos derecho a llamar entonces a este contexto, propio de un neuropsiquiátrico, el factor psicopatogénico de la esquizofrenia del chavo?
Pero volviendo a la incidencia de todo esto sobre nosotros, no sería entonces desatinado afirmar que el Chavo del Ocho resulta condición fundamental para la inscripción –por la negativa- del significante Nombre del Padre en el psiquismo de la juventud de una época. Y es por eso que surte efectos simbólicos en todos nosotros, en varias generaciones, por los siglos de los siglos, mientras sigan emitiendo las repeticiones.
Recomendamos, tras este profundo análisis, quitarse las dudas leyendo los seminarios de Jacques Waldur Lacan y sus álbumes de figuritas… O ¿por qué no? quizás ir aun más allá para sanar nuestra falta… Y comerse entonces, una torta de jamón…
Por Susy Lobata
5 comentarios:
jajaja!!! buenísimo...
Tendrían que hacer un artículo de psicología sobre los simpson!(Yo lo hubiera hecho para el concurso, pero sinceramente no soy gracioso...)
Feliciades para los ganadores!
Manu
por favor no se metan con los simpsons porque ahí si rompo todo
"así como el Chavo tiene sus problemas, Doña Florinda es maníaco-depresiva, la Chilindrina es la histérica par excellence y Don Ramón"
jujujaujuaass
me gusta la parte de la chilindrina maaaaaaalll
nonono¡¡¡muy bueno!!!
:D
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